Coach Pablo Lozano ha sido entrevistado en la Academia TenisVal en Valencia por PuntodeBreak y nos cuenta su aventura con nuestra Sara Errani despues la decisión que tomaron hace 12 años de relación profesional.
«¿Qué ha pasado, Pablo?
En 12 años han pasado muchas cosas. Es extraño tener que separarme de Sara después de tanto tiempo y ver cómo coge un nuevo equipo pero es lógico y normal, si miras el circuito no hay nadie que dure tanto. Al final las cosas se caen por su propio peso, más cuando los resultados no ayudan. Esto es un deporte de competición y si no ganas, por muy buena que sea la relación fuera de la pista, tienes que marcharte. El rendimiento es el que es y yo, no solo lo asumo, sino que lo quiero así. Si el jugador no está ganando hay que buscar soluciones y mirar por sus intereses. Aquí se ha sumado el rendimiento y los 12 años de trabajo juntos donde ella ha estado lejos de casa, ha sido un sacrificio añadido. Los ciclos se acaban, no ha sido ninguna sorpresa.
Llega a ser un poco injusto que siempre manden los resultados, sobre todo en un caso de 12 años de trabajo
Los resultados mandan pero siempre dentro de una lógica, al final de temporada no importa quedar 12º o quedar 20º. Pero cuando ya es algo evidente, patente, que se ve cómo Sara ha dejado de ser competitiva, una jugadora que siempre ha sido muy constante, ahí te das cuenta que ha perdido su esencia. Y yo soy el responsable, por eso se han tomado medidas. La situación no era buena, hicimos lo que pudimos pero el resultado ha sido éste.
¿Quién toma la decisión?
Viene un poco a partir del US Open donde los resultados no son buenos, aunque sigues 40º del mundo. Pero las expectativas y el perfil de cada uno son diferentes. Uno se nota cuándo no está cómodo, más en alguien como Sara, una jugadora extremadamente competitiva. Con una persona así es maravilloso cuando se gana, pero cuando se pierde no lo es tanto. Por suerte siempre hemos sumado muchas más victorias que derrotas, hasta que este año ha sido todo lo contrario. Y no digo que yo no esté a gusto a su lado en la derrota, simplemente que el día a día no es tan bueno, sobre todo para el atleta. Se sufre mucho, y más que este año no lo hemos peleado ningún otro. Ha sido una decisión muy dura y muy traumática, pero es la mejor, es la que ella debe de tomar, no puedo ser yo quien la deje debido a que el rendimiento no sea bueno. Cuando me lo dijo me olvidé de mí y simplemente la apoyé al 100%, para mí Sara es como un miembro más de mi familia.
¿En los 12 años de trabajo nunca te llegaste a plantear un final así?
Yo cada vez que perdía tres partidos pensaba que estaba fuera. Aunque tuviéramos una relación maravillosa y un trato excepcional. Y así debe ser. Si yo soy el responsable de tu dirección y no hay resultados se debe tomar una decisión. Si tú delegas en mí, no hay resultados y no me echas, ¿entonces para qué me estás pagando? Un entrenador no puede no asumir su parte de culpa.
Toni Nadal siempre dice que él no se hizo responsable de los éxitos de Rafa y ahora tampoco lo va a hacer de sus derrotas. Esto suena un poco raro.
Yo no voy a poner en tela de juicio una persona como Toni con un éxito estratosférico, cada uno tiene su manera de pensar y de hacer. Por supuesto que el jugador es el que juega, pero debe de tener una dirección adecuada. También es cierto que en jugadores ya muy rodados, con muchos años de trabajo detrás, igual el entrenador no tiene tanta incidencia como en una época más joven. A mí me puedes considerar un entrenador de éxito si quieres, pero es porque entre manos tenía algo realmente valioso. Yo dirigí lo mejor que pude y Sara se dejó ayudar bastante, cada uno hizo su misión y salió una buena combinación.
¿Cómo fueron los inicios?
Yo era entrenador de TenisVal y me sacaron para dirigir a Sara en otro lugar. Por aquel entonces ella tenía 17 años y era top600 del ranking. Ella venía de Barcelona, después de estar mucho tiempo lesionada, y estuvimos un año juntos en plan de prueba. Yo necesitaba alguien del que hacerme responsable y sacarle rendimiento y a los tres meses ya veía que aquello empezaba a tomar color. En tan poco tiempo vi cómo ella había puesto en mí muchísima confianza y eso fue la razón por la que empezamos a entrenar mucho más serio. Al año siguiente comenzamos a trabajar aquí en TenisVal, con David Andrés como preparador físico y un grupo para enriquecerse como Ferrer, Anabel, Andreev, Kirilenko, etc. Fue cogiendo nivel con el paso del tiempo y así ha sido nuestro día a día hasta hace dos meses.
En tantos años supongo que tendrás anécdotas para aburrirme, cuéntame alguna
Roma 2005. Estábamos jugando a la Play Station del club en un descanso entre entrenamientos. Ella siempre se cogía a Hewitt, yo a Nalbandian, nos pegábamos unas batallas durísimas. Para que te hagas una idea de lo competitiva que es, estábamos jugando un tiebreak y estaba tan nerviosa que le llegamos a medir las pulsaciones: estaba a 192. Sentada en una silla. ¿Cómo puede alguien meterse en una situación así sentado en una silla? Ahí me di cuenta que delante tenía una joya, una mina. Había que enfocarle todo a la competición para sacarle su máximo rendimiento. Ella tenía un ‘coche’ que no era el mejor, pero hemos conseguido que lo condujera magistralmente. Por supuesto que el coche lo hemos mejorado, pero nunca iba a tener la envergadura de Sharapova o la potencia de Serena. Pero tenía movilidad, inteligencia, una capacidad de sufrimientos bestial… fue esa manera de ser suya la que la ha hecho ser tan competitiva.
Quizá otro entrenador, al verle el saque y la derecha, no hubiera ni empezado el viaje
O la hubiera hecho sacar a 190km/h. Y no digo que el saque no sea importante, seguramente sea la cosa que más hayamos trabajado, pero yo no focalizaba tanto la atención en el servicio, no era un arma fundamental en su tenis. A mí me pagan porque ella gane, no porque juegue bonito. Es obvio que Sara saca a 140km/h, a 120km/h, incluso a 100km/h. Pero yo vi ciertas cosas en las que era mejor que las demás, la clave estaba en llevar el partido a esas situaciones en las que un poquito mejor que el resto. A mí su saque me valía, siempre lo he defendido, pero no podía quererlo todo. Sara interpretaba muy bien la información sobre la pista, la mayoría de las veces que yo entraba a hablar con ella para reafirmar lo que ya estaba haciendo.
Es una historia de fe, la que tú pusiste en Sara desde el primer momento en que la conociste
Yo no tenía fe en que llegara donde ha llegado, ni mucho menos. La confianza la ganas con los partidos ganados, haciendo con la pelota lo que quieres, estando bien físicamente, no la ganas porque te digan que eres buena. Normalmente eso es contraproducente, a ella le gustaba que la tiraran para abajo. Recuerdo una derrota estando top10 y decirle: ‘Bueno, si sigues así, acabas top100’ (risas). Imagínate el contaste que hubo cuando se metió top10 en París sin haber ganado nunca a una top10. Pero yo siempre tuve fe en lo que ella hacía y en cómo era, para mí era una jugadora fuera de lo normal. Cuando ella ganaba, por ejemplo, siempre seguía jugando. Recuerdo Palermo (2008), su primer título, lo fácil hubiera sido borrarse la segunda semana por cansancio y disfrute del éxito, irte a casa a recibir las felicitaciones. Pero decidimos ir a Portoroz para que nos dieran en el morro, no quería emborracharnos ya de éxito con tantas cosas que hacer. Estaba tocada, al 40%, “¿Te imaginas que con esas condiciones vas y sufren con el tenis?”, le dije. Fue y ganó el torneo pegándole una paliza a todas.
Te escucho y me viene a la cabeza David Ferrer, son idénticas filosofías de trabajo y carácter
Para nosotros fue un espejo. ¿Cómo no iba a venir ella aquí a entrenar a las 08:45 si a esa hora ya estaba Ferru corriendo de lado a lado? Para ellos, hacer ciertos esfuerzos dejándose la vida era el modo de trabajo, doy fe que el caso de David siempre fue un ejemplo en el que mirarnos día a día.
Volviendo a 2016, es curioso que su peor temporada en cuanto a números (21-24) contenga al mismo tiempo el mayor título de su carrera
Fue curioso porque ella no quería ir. Venía de jugar bien en Sidney (perdió con Kuznetsova en cuartos) y fuimos a Melbourne donde perdió en primera ronda un encuentro que estaba prácticamente ganado. Luego en FedCup sufrió mucho, perdió sus dos partidos. Aquí a Valencia llegó fundida, muy mal anímicamente. Pero ella necesitaba partidos para volver a sentirse bien, es un tractor de guerra que va creciendo en la batalla, cada ronda que pasa juega mejor. Al final fuimos a Dubái y ganó llorando todos los días, fue una semana durísima, un sufrimiento excesivo. Se exprimió mucho para estar bien.
En todo este tiempo, ¿en qué momento te sentiste más orgulloso de ella?
No me quedo con ninguno, sino con el conjunto, el día a día aquí en la Academia. Me quedo con una palabra suya en Roland Garros 2012, después de haber perdido la final con Sharapova. Fueron dos semanas muy ajetreadas, entre singles y dobles, donde no hablamos demasiado para que ella estuviera más tranquila. Pero tras aquella final me cogió y me dijo: “Pablo, ahora es cuando me tienes que ayudar más que nunca”. Había hechos cuartos en Australia, títulos en Acapulco, Barcelona y Budapest, además de estar Nº1 en dobles, pero en vez de coger los galones recurrió a mí para que le ayudara. Aquello fue gratificante porque era su mayor momento de éxito y me transmitió que realmente me necesitaba a su lado. Por eso no me puedo quedar con una victoria o un títulos, eso nunca fue lo más importante. No estoy más orgulloso del palmarés, sino de su esencia como jugadora y persona. Es muy fácil estar orgulloso del éxito, yo valoro más todas aquellas veces que no estuvo bien y se dejó ayudar para volver arriba.
¿Sois conscientes del mérito que tenéis con todas las limitaciones que tiene Sara en su juego?
¿Qué es el talento? Yo siempre he reivindicado que Sara es una persona normal, que representa al 90% de la sociedad. Pero eso no quiere decir que no tenga cosas especiales que, si las miras y las potencias, puede llegar a ser muy potente y eficaz. Yo nunca la vi tan descalabro. “Era más mala que la carne de perro y mira dónde hemos llegado”, yo nunca pensé esto. Ella tiene cosas excepcionales pero que no son atractivas para el resto de la gente, pero para mí eran buenas y eficaces. Si todos jugaran como Sharapova ganaría la más alta o la que más potencia tiene, yo tenía que encontrar una fórmula para contrarrestar eso con una jugadora de 1’60m. Lo que me niego es a aceptar que una jugadora, por medir 1’60m, no tenga ningún tipo de expectativa para jugar bien al tenis. Me niego. Lo que tú tienes que hacer es, con eso que tienes, sacarle rendimiento. Un perfil así a mí me emociona y no porque sea mi jugadora, sino porque le veo recursos para ganar. Me jode que pierda con jugadoras que son muy potentes pero que en la cabeza tienen una piedra, que no saben a lo que juegan, pero la gente le da mucho más valor a ese 1’85m o a una ‘mazorca’ de saque. Eso es comercial, vendible, pero luego en el 2+2 dicen 7, aunque con trabajo se pueden moldear. No será fácil, pero se puede. Sara es el ejemplo de que con sus condiciones sí se puede triunfar en el tenis, yo en un equipo de fútbol quiero once Erranis.
¿Cómo te cambia a ti la vida tras esta ruptura?
Seguro que empezaré a pensar algo más en mí mismo tras liberarme de esa responsabilidad que era ella, mi trabajo en los últimos doce años. La voy a echar de menos sobre todo el día a día, porque a mí me encanta jugar al tenis y con ella he jugado muchísimo. Ha sido una época muy placentera, verla competir, superar retos, eso lo echaré más de menos que los éxitos. Ahora me tomaré un tiempo de tranquilidad para analizar el próximo proyecto.
¿Ya tienes algo en la cabeza?
Siempre piensas en alguna cosa, aunque seguro que estará relacionado con el tenis y la alta competición. Lo que pasa que ahora viajar con otro tenista 20 semanas ni me lo permito yo ni me lo permite mi familia, lo que pasa que con Sara se ha alargado más de la cuenta, si llega a durar como Navratilova y no toma esta decisión me toca estar otros 20 años (risas). Por el momento estaré aquí, disfrutaré de mi mujer y mis hijos.
Cuando llegue el momento, ¿qué proyecto te gustaría empezar?
Algo parecido a lo que he hecho con Sara pero con un equipo más nutrido. Aquí solo hemos estado yo y David Andrés, el mejor preparador físico que existe, en muchos momentos me hubiera gustado tener otra persona en la que poder delegar en ciertas semanas. En diez años no me he perdido más de diez torneos y ella ha sido de las jugadoras que más ha jugado. La idea sería hacer algo similar a lo de Sara pero con un equipo. Por supuesto David Andrés, estará conmigo siempre, y luego con otra gente de mucha calidad para viajar lo que se necesite. Pero tampoco lo quiero ahora, dentro de un poco tiempo.
Después del éxito con Sara, entiendo que es más reconfortarte tocar el cielo empezando desde cero
Por supuesto pero también tiene sus riesgos. Sara podía haberme destituido en numerosas ocasiones cuando las cosas no van ‘tan’ bien. Tú puedes hacer un trabajo de progresión hasta donde tú realmente quieras, tocar por ejemplo el top10, y que el jugador una vez allí decida darte un portazo. Puede ser, ha pasado. Es gratificante llevar a un jugador hasta allí pero donde realmente se disfruta es cuando llegas, pero eso no te lo garantizan ni contratos ni nadie, solamente el atleta que llevas y la influencia que hayas podido tener en él. Yo a Sara siempre le dije que me pagase hasta el día que me necesitase. Y así ha sido.
¿Y qué pasa con Sara? ¿Hacia dónde se encamina su nuevo proyecto?
Yo imagino que irá a Italia para estar más cerca de los suyos. Valencia le encanta pero seguramente volverá a su casa para encontrarse con su gente, aquí lo tenía como un sitio de trabajo.
Coja el equipo que coja, ¿qué aspectos debe buscar que no ha podido encontrar aquí este año?
Lo que le ha pasado este año es ley de vida. El equipo que escoja desde ahora hará lo que buenamente pueda pero seguro que ella les facilita y les ayuda a que le ayuden. Ella a mí me enseñó a ayudarla, no al revés. Al final el objetivo es que suceda lo que el entrenador quiera que suceda.
Keys, Pliskova, Muguruza… tal y como se presenta el futuro del tenis femenino, ¿ves a Sara recuperando un lugar en la élite? ¿Volver al top20?
No son sus expectativas. No lo han sido estando fantástica, sin estar perfecta menos todavía. Estará donde tenga que estar y llegará donde llegue y bien estará. Hará su proyecto lo mejor que pueda y si además lo hace con ilusión y está feliz, no tengo ninguna duda que estará entre las 30 primeras.»